Algunas veces viajo por las frágiles nubes
de cristal de mis pensamientos perdidos,
en lejanos mundos, tan distintos a éste,
que diríase que no existen.
Sin embargo estos mundos, perdidos
entre las brumas de un destello,
de deseo contenido y continente,
devuelven un amor latente.
No contienen odio ni rencor,
tan solo dosis de dolor ajeno,
porque hago mío el sufrimiento
de sus campos de grano y heno.
Mi amor no quiere, tan solo siente,
y por ser sentimiento y no deseo
su etérea forma se desvanece
en el cotidiano devaneo.
potroviejo
jueves, 5 de julio de 2007
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