En algún lugar, sobre el arco iris,
el cielo se tornará de azul añil.
Las aves revolarán entre la lluvia,
sin que sepamos adónde van;
y, quizá, encuentren algún sueño
que no se haya hecho realidad
Mientras, tu y yo, viajamos solos
en el vagón de un largo tren vital,
a otro cualquier distinto lugar,
hacia una residencia ignorada.
Vamos a esperar a esa parada
de este último vagón de un tren
Bajaré nuestras sencillas maletas
y descenderemos en alguna ciudad
en la que haya una fonda modesta.
Tomaremos un coche de caballos
que nos trasladará a aquel refugio
donde ocultaremos los corazones.
Abandonaremos el tren que nos lleva,
en su último vagón, hacia ese lugar
que creemos existe en alguna parte,
y que, esta misma tarde, nos acogerá
dentro de un silencioso apostento
de viejas paredes, y luz de luna.
Luego, esperaremos las palabras
que inscribirán nuestros nombres,
en una sencilla habitación de hotel:
cálida, recogida, oscura y discreta,
donde la música será muy suave
y la cerveza fría, abundante y barata.
Lav/Rimb
lunes, 26 de julio de 2010
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